martes, 7 de agosto de 2007

XUAN DE LA ERIA.- IL TORMENTO DI QUEST´ANIMA

Este relato pertenece a mi libro: DONDE EL AZUL SE PIERDE.- Reg.Prop.intlectual de Barcelona.
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La vida nos ofrece sombríos recovecos. En esta ocasión cuelgo principio y final de la narración: Il tormento di quest´anima.
Lector que posiblemente entres en mi ámbito, advertirás de inmediato que es una historia de amor. Quizás estés o no de acuerdo conmigo. Hazme llegar tu opinión, ya sea por aquí o por mi dirección de correo electrónico que hallarás en el blog.

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Al asomarse a sus ojos, sintió que se hallaba al borde de un precipicio hondo, profundo, marrón oscuro como la mirada a la que se había aproximado.
-. Si pudiera regalarte algo,- dijo.- te regalaría la libertad.
Èl, al tomar contacto con el verde aceituna que parecía un destello de olivares retorcidos en el rostro estremecido, sonrió.
Nada entendía.
-. Acepto el regalo de tu libertad.- aseguró con voz de profecía bíblica.
No comprendía con qué le estaban obsequiando. Creía que el amor era entrega absoluta, incuestionable; un darse por entero a quien se ama, pese a que él jamás lo había hecho, pues en su egoísmo, sólo sabía tomar lo que deseaba, sin haber ofrecido nada a cambio, sólo palabras vacías de contenido.
Porque le amaba, le otorgaba la libertad.
Porque le amaba, ella decidió regalarle la libertad que siempre, hasta aquél instante en el que Gonzalo nada sentía, la libertad de la que siempre había disfrutado.


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Ensayaba la sonata número XII en Sol mayor de Tartini, el día que él entró en el salón. Pertenecía a "Le Sonate di Tasso". El segundo movimiento llevaba la acotación de "Il Tormento di quest´anima", y ese era el fragmento que estaba interpretando cuando apareció. Depositó el violín sobre la mesa, y acercándose al rostro barbudo, alargado y macilento, lleno de costras con que las esquirlas que saltaban del mármol marcaban mejillas, frente y manos, le acarició con amor. Besó las heridas una a una, con la ternura que siempre había depositado en él.
Cuando Gonzalo se asomó a sus ojos, sintió que se hallaba ante un plácido estanque verde aceituna.
-. Deseo hacerte un regalo.- Susurró con su voz bronca, enronquecida por el polvo del estudio.
-. Deseo regalarte tu libertad.
Al fin había comprendido.
El corazón de ella estuvo a punto de detenerse, acelerado y sin embargo apenas palpitante. Un dolor lacerante, sordo, desgarrador, se apoderó del estómago, apretándole las entrañas con un nudo de nervios agrietados. Lágrimas de agradecimiento y amor afloraron a los ojos de ambos.
-. ¿Y mi nido?. ¿Qué será de mí sin el cobijo de tus brazos?.- Preguntó con voz quebrada por la congoja.
-. Siempre estarán aquí, esperándote, aguardando tu regreso. Pero ahora has de volver a volar. Me has dado todo de ti y he sido egoísta. Tienes mucho que ofrecer a los demás. Debes hacerles tan felices como a mi me has hecho.
Ella asintió.
Porque la amaba, le ofrecía la libertad.
-. Regresaré.- Respondió convencida.
"El tormento de su alma palpitaba como el grito que más tarde el violín cantaría". Posiblemente un día, en un auditorio, entre el público asistente, otro ser sensibilizado en ese momento por la música, conseguiría descifrar lo que en su interpretación, ella quería regalar a los que allí estaban.
Porque le amaba desde el principio, desde que se acercó a la mirada oscura del ser querido, aceptó el regalo de la libertad que antes había regalado.

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