viernes, 5 de enero de 2007

L´herborista de la cantonada-. ADIVINA ADIVINANZA

Mi establecimiento es fronterizo con el "¿cuartelillo?", "¿salón de meriendas?", "¿comisaría?", de la Policía Local. A mi entender, el "cuartelillo" es el término más apropiado. Por la situación de mi comercio, es lógico que sea el primero en enterarme de los sucesos importantes, (separaciones, amoríos, algún que otro crimen, y robos imprevistos por turistas descuidados).
Que mi celda, así califico mentalmente los 14 metros cuadrados de la entidad que denomino "no negocio", esté pared con pared al Cuartelillo, no deja de tener gracias a la cercanía, sus pros y sus contras. Con el coche circulo como me da la gana, aparco en lugares prohibidos, y puedo reírme cuanto quiera con alguno de los números que pertenecen al cuerpo. Los hay que tienen en usufructo probada vivacidad mental. Eso me fascina; tomarles el pelo y que respondan con algo ingenioso, rápido e hiriente, es un deleite que saboreo con fruición. ¿Inconvenientes?. Pues en caso de jaleo acabo involucrado, sin desearlo, en medio de un "cacao" que para sí quisieran algunos de los detectives más famosos y ensalzados de la literatura mundial.

Por cierto, ¿ les he dicho que soy un herbolario?.
Para los castellano-hablantes, soy el "tendero de la esquina". Aquí la gran mayoría me conoce como "l´herbolari de la cantonada". Con ese nombre estoy acreditado. Así que en cualquier lugar, ya sea en la calle, en un bar, en una cafetería, en la barbería del pueblo, puede oírse: ¿Qué hay, Herbolari?. La respuesta es la primera parida que acude a mi mente. Entonces sueltan una carcajada acompañada de la conocida expresión, "!serás mariconazo!", y el consabido movimiento de cabeza que acostumbra a ser comparsa de tales exclamaciones.
Imagino que a esta altura han llegado a la conclusión que mi "ruina" es una herboristería, centro de dietética y para-farmacia. En realidad soy el homeópata oficial de una amplia clientela que me cuenta las confidencias más inesperadas, los cotilleos que serían primicia de prensa amarilla comarcal, y las intimidades vergonzantes, espirituales, en ocasiones escabrosas, de todos esos parroquianos, así me gusta llamarles, que me rodean y tienen una cierta confianza en mi lealtad, en el silencio que jamás romperé ante los demás. La de veces que he vendido algún producto energético, como ayuda al buen funcionamiento de los "países bajos" que no se ponen en marcha de la manera que debieran a la hora de entrar en acción...
Media población masculina ha padecido ante sus esposas problemas hepáticos... Eso escribo en la bolsa de papel que contiene las hierbas que en realidad, parece que sirven y dan buenos resultados en el momento en el que han de ejecutar una nueva variedad de ejercicios gimnásticos...

Bien, el caso es que todos nosotros, los unos y los otros, vivimos en un Municipio cercano a Barcelona. Hoy en día casi podríamos calificarle de barriada, tal ha sido la especulación del suelo. Debería describirle comenzando como un cuento de los de: "era-se una vez..."

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